Un embarcadero junto al famoso resort Bahía Manzano, una modesta proveeduría y un puñado de casas de té completan el recorrido en este paraje tan exclusivo como perfecto para el relax. Para todo lo demás habrá que acercarse hasta Villa La Angostura, que cuenta con un pequeño y encantador centro comercial sobre la avenida Arrayanes.Hacia allí, por la ruta 231, puede recomendarse la visita a la base del centro de esquí Cerro Bayo, que en verano amerita una escapada por varios motivos: en los 6 km de camino desde la ruta, las vistas son espectaculares; en el kilómetro 5, se accede a pie por un sendero de 200 metros hasta la cascada del río Bonito y su salto de 35 metros de altura; además, las aerosillas siguen funcionando, aunque hay que abrigarse bien, ya que las temperaturas en lo alto del cerro son muy bajas incluso en verano.
jueves, 1 de enero de 2009
2007 Argentina Neuquen Bahia Manzano
Sólo es necesario decir Villa La Angostura a cualquier buen conocedor del sur argentino, para comprobar cómo la sola mención de esta maravillosa localidad de Neuquén alcanza para provocar un gesto agradable. Y si La Angostura sigue acrecentando su fama de paraíso único, Puerto Manzano (a 7 kilómetros de angostura) florece como uno de los rincones más bellos del municipio, un enclave que —sin exagerar— parece salido de un cuento. Manzano luce como un bosque encantado, pero aún mejor, con lujosas cabañas de madera, restaurantes de primer nivel y costa bañada por el Nahuel Huapi.La península está delimitada por las aguas del río Bonito y del Nahuel Huapi, donde el lago forma una bahía quieta y azul. Cierra el perímetro de este suburbio la ruta 231, aunque al otro lado del camino se ven también hoteles y cabañas que —más alejados— merecen una visita por sus increíbles vistas panorámicas. La tranquilidad y el silencio mandan en estas onduladas calles de tierra, flanqueadas por una mata espesa de coihues y cipreses altísimos que de tanto en tanto dejan entrever el lago. Las edificaciones sorprenden no sólo porque todas ellas siguen un mismo estilo —alpino, con mucha madera clara e inmensos ventanales—, sino también por el aporte de modernidad y buen gusto en los hoteles y complejos de cabañas, donde la rusticidad se permitió abrir paso al confort y al lujo.
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